miércoles, 15 de septiembre de 2010

Leer a Bukowsky


Leer a Bukowsky es como venirse y vomitar al mismo tiempo.
Disfrutar del goce seguro de las palabras bien puestas en su sitio, con su forma y significante intactos, casi que devolviéndonos la fe en nada, y al mismo tiempo restrgándonos sin más, en nuestras propias narices, todo lo que odiamos de lo que somos y lo que no. Nuestros secretos y perversiones naturales, toda esa mierda que llevamos en la cabeza, nuestros miedos e incapacidades de ser sinceros con nosotros mismos. Lo mucho que puede apestar el planeta entero, y lo maravilloso que es darse cuenta de ello y comenzarlo a disfrutar.
¡Oh, Hank! seré una buena alcohólica, lo juro por mi hígado y mi desgano que lo seré. Nada me ha alentado ahora, con más ganas, a seguir siendo eso que no soy, y pegarme sin más a la botella, que al final de cuentas esa nunca me deja.