Mi amigo el godo.

Aunque parezca mentira, sí, es real, tengo un AMIGO¹ godo. Para quién me conoce ha de parecerle extraño, conveniente, ha de necesitar una explicación, querrá hasta conocerlo para saber cómo nos entendemos, o simplemente creerá que es una de las tantas bromas que siempre acostumbro hacer. No señores, es verdad. Mi amiguito godo, es godo con toda la gana y es mi amigo sin ninguna conveniencia socialdemócrata de por medio, no sufro del síndrome de Petro.

Empecemos por el nombre, se llama Tomás, como uno de los hijos del presidentico², el heterosexual, creo. Es alto, de carita bonita, carita de niño, obvio bastante play de ropita relajada como todo universitario, pero eso sí, bien puestecito.
Como es godo, nos queda fácil suponer su vida. Vive en El Poblado, estudia Contaduría en la Eafit, su papá tiene 2 carros, él maneja el que quiere los fines de semana, pero le toca esperar a que sea desocupado el vehículo, al final del día. Se maneja muy bien, bebe poco porque si no le toca entregar las llaves, es un novio fiel, enamorado de la nena que está aún en el colegio (La Enseñanza?, creo) y también vive en el poblado, y seguro espera casarse con ella y tener una bonita familia y ser muy feliz como contador, esta última parte no me la ha dicho, pero lo sospecho.

Dice que no le gusta la Universidad de Antioquia, y le creo, porque solo existen dos tipos de personas a los que nos les gusta (o eso dicen) la U de A:
1. Los que nunca pudieron pasar y quedaron resentidos.
2. Los godos que nos les gusta pues porque está llena de gamines, es desordenada, le tienen miedo a las papas, mucho mamerto, cuna de guerrilleros, mucho paro y yo me tengo que graduar rápido para salir a producir… entre otras posibilidades que pueden tener para que no les guste la U y es respetable.

Pero el caso es que este man sí es mi parcero. Hablamos harto de política, porque extrañamente le gusta y extrañamente se preocupa por leer y más extrañamente por conocer y preguntar, aún cuando no está de acuerdo, ojalá toda la burguesía se comportara de ese modo. A él le gusta ser así, porque creció en buena cuna, cuenta que el papá se la sudó toda de joven y por eso llegó a donde está ahora, demás que sí, desde que crea en dios, es posible que al papá se le haya hecho el milagro que a pocos se les da en esta sociedad. Y bueno no hay que negarle que él ya puede viajar por las carreteras, pues porque ¿pa qué dos carros si nos los voy a sacar? No nos digamos mentiras, yo también disfrutaría de las carreteras si tuviera con qué disfrutarlas, aunque a veces me dan ganas de echarme al pirateo a ver donde resulto.

Es gracioso porque a veces siente ganas de matarme y con justa razón, yo soy muy radical en lo que pienso y las soluciones que él me plantea no me convencen. Sin embargo estoy dispuesta al diálogo también (aunque me diga que soy muy cerrada), y no comparto con él la idea de que “yo me creo mucho”, uno habla de lo que conoce, de sus certezas y sus verdades. Yo a él le hablo desde lo que me han contado mis libros y yo les he creído, desde lo que me ha dicho la gente en los barrios y comunas de Medellín, en los pueblos de Antioquia, desde lo que he visto con mis propios ojos, y la repugnancia que he olido en esta podrida ciudad. Le hablo desde el corazón, de lo que quiero y por lo que lucho y sabe que soy una rebelde con causa.
Yo no me creo más que él por un libro que me haya leído, o por cualquier dato que conozco y él no, así como estoy segura que él no se cree más que yo por tener la posibilidad de escoger en qué carro sale o en cuál universidad estudia. Somos humanos, diversos, diferentes y complejos, pero la misma esencia, las misma carne, el mismo esqueleto. Él lucha por él, yo lucho por mí y por los otros, y es justo y es sensato. El quiere servirle a la comunidad con la contaduría y poner su profesión al servicio de la sociedad, seguro en la comuna 13, 5, 6, 7, 8, El Popular #1, El Popular # 2, Sto. Domingo Savio, Santa Cruz, Los comuneros, La Esperanza, Progreso, entre otros barrios, van a necesitar más contadores que comida, sin embargo respeto sus buenas intenciones, y creo que lo que vaya a hacer en la vida, lo va a hacer muy bien y será de los mejores, tiene con qué, es un hombre de talento.

En el futuro nos vamos encontrar, lo quiero encontrar, quiero verlo con su esposa y sus hijos, paseando en su carro bonito, andando bonito y bien vestido con portafolio en mano, arreglando negocios por celular, mientras los niños atrás, en el carro, juegan y su mujer está más hermosa que nunca y seguro se dirigen a almorzar en un restaurante. Yo estaré de pie, tal vez no de gala, pero sí bien puesta en mi sitio, escribiendo libros, eso es lo que quiero hacer, tal vez logre la intelectualidad y sea una destacada dirigente del partido, sin hijos, espero, con mi compañero, no esposo, poeta y loco. Y estaremos frente a frente, y él me preguntará en qué ando, y yo responderé: “Intentando hacer la Ilustración en Colombia, trabajando con Derechos Humanos aún y mirando como ganamos las tutelas para que las persona de la Honda y la Cruz puedan tener servicios públicos, por lo menos durante algunas horas por día, (y la pregunta obligada) y vos, como vas?” y él me responderá, “Muy bien, montando ya la nueva sucursal de mi empresa, organizando unos negocios con unos futuros accionistas que les gusta mucho mi idea y ya con ganas de unas vacaciones, el trabajo me tiene cansado y Tatiana también ha tenido mucho trabajo en la empresa, y bueno, pues también por los niños.” Nos despediremos con la promesa de sentarnos algún día a tomar un café. Y él seguirá Brillante y bonito como siempre, y como lo prometió: sirviendo, desde su profesión, a su sociedad, y yo... brillante también, sirviendo a la mía.

Quiero a mi parcero godo, lo respeto, le aprendo cada día a ser más pasiva, menos pasional, a racionalizar lo que siento antes de volverlo teórico, a creer en la defensa justa de las ideas. Es para mí una esperanza, de que algún día toda la Aristocracia pudiera ser como él, que todos jugaran limpio, que cedieran a las palabras. Porque tanto mi enemigo (en este caso mi amigo godo), como yo tenemos dignidad y libertad para expresarnos y hablar y hablarnos y ser escuchados.



1. Es mayúscula, porque es real, reitero, que sea mi amigo.
2. En diminutivo, porque así es como le gusta hablar a él, con las cuestiones de las palabritas, y las carnitas y los huesitos, los negocitos y las masacritas.