jueves, 2 de junio de 2011

Sacol.

La joven estaba llorando, sentada en el borde de una de la aceras de la Biblioteca la Quintana. Con el cabello cogido, demás que con el alma en pedazos. El chico de camisa ancha, con la mirada perdida, le decía sin misericordia alguna, a quien un día fuese su amada: - Lo siento, no quiero estar con nadie, me quiero quedar tirando gale.

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