Y ahí estaba sentado el Peluca, en la vieja silla frente al computador que sonaba los estruendosos acordes del viejo punk inglés y algo de escandinavo. Él, lleno de psicoactivos recuerdos tristes, dolores de pecho, y una botella de licor en la mano, sumándose a la lista tragos ke esa noche no tendrían fin, y de no ser así, no la hubiera soportado.
Yo lo miraba e intentaba poner total atención a sus desahogos, suplirle la necesidad de ser escuchado, de sentirse importante, tal vez kerido, pero mi dolor, mi propio dolor, no me dejaba en paz, y a medida ke las cruentas historias de maldad y desamor, ke rondan esta ciudad de podridas leyes, salían de sus labios, mis ojos se llenaban de lágrimas ajenas, ke tal vez por la situación, él creía ke eran provocadas por sus sinsabores.
Afuera estaba él, esa mala decisión hecha hombre, un despojo de los mismos psicoactivos, el mismo licor, con diferente efecto. La noche corría, yo lo seguía esperando sentada en su cama, al son de las palabras de su ebrio amigo, que no abandonaba la silla negra de sonidos chillones.
11:30 p.m. Peluca sigue hablando, me explica porqué la delincuencia es una opción, me habla de eso ke tanto le hacer hervir la sangre: ver a su hija siendo levantada por otro hombre, eso lo enoja, lo llena de ira, es el amor de su vida, en manos ajenas, por rencores de faldas, ke poko o nada tienen ke ver con el amor ke le tiene a su pequeña primogénita. Él sigue afuera, hace llamadas, alega con su madre, entra al cuarto, miro esperanzada pensando ke por fin me pondrá atención… huele una raya… dos, se limpia la nariz, sale de nuevo: Ni me miró.
Yo estaba allá por él, porque me buscó, porque quería verme, yo: Lo extrañaba como nunca, también kise verlo, no dudé ni un minuto en aceptar ir a su casa, con la promesa de kedarnos a beber juntos, fumar algo para ponernos alegres, celebrar que estábamos juntos, hacer el amor, sentirnos por esa noche, como no lo hacíamos hace mucho, ser de nuevo “nosotros”, y no ese ambuiguo “vos y yo”, ke nunk nos ha llevado a más ke noches de falsos desvaríos sexuales. Esta vez su voz me había dicho ke era verdad, ke se sentía en la atmósfera las ganas, esas ansias de estar con esa persona ke te llena con una sonrisa o con un chiste. Y la noche siguió avanzando.
12:00a.m. La mirada perdida de Peluca no apunta a ningún lado y a todos al mismo tiempo, pienso en irme, lo he esperado mucho, pero la cantidad de licor en mi cabeza, y la mariguana consumida durante toda la noche, no me dejan ni mover de aquella cama. Caigo rendida, siento ke el mundo se va… oigo voces, se apaga la luz, 1:00a.m.
A dónde vas?
Y adónde vas?.. A ponerme ciego, a kedarme sordo, a cerrar la boca y ¡no esperar más del amor!
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