jueves, 2 de junio de 2011

Punkeros.

Maracaná se llama la cancha de arena, que esa noche en la comuna 6, más bien era lodo. Dos hombres rudos cruzan miradas desafiantes. Uno ostenta de su gran porte con chaqueta negra llena de taches metálicos que retan con solo mirarles, manos en los bolsillos como quién guarda una sorpresa, y paso firme hacia el contrincante. El otro, con lo poco que le queda de cordura acomoda la cresta que antes estuvo tan altiva como un rascacielos, pero que ya la lluvia derrumbó sin más remedio; No se han dejado de mirar, caminan uno hacia al otro, no paran, no miran a nadie a más. El primero da una certera patada en el costado del otro. Éste sin pensarlo entra directo con un golpe al cuello, se agarran las chaquetas, forcejean, no se despegan, los puños vienen y van, no se sueltan, dos patadas más. Cuándo el primer asomo de sangre medita su salida, se retiran un poco, se miran de nuevo y comienzan a gritar: “Eeeeeeehh!! Qué más parcero??? Tiempo sin verlo por acá!!!”. Esas cosas de punkeros.

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